jueves, 15 de julio de 2010

La Regla de san Agustín

Casi todos los entendidos están de acuerdo en aceptar a san Agustín como autor de esta “Regla” de vida (“librito” o “folleto” lo llama él). Sin embargo no todos coinciden en la fecha. A nosotros nos basta decir que Agustín escribe estas “normas” en torno al año 400 para regular la forma de vivir de sus monjes. En los ocho breves capítulos de la Regla queda muy bien expresado el pensamiento agustiniano: amistad, oración, cuidado de los más necesitados (material y espiritual) y formación.
Uno de los textos de la Sagrada Escritura que más gustaba a san Agustín es el de los Hechos de los apóstoles 4, 32-35 que narra la forma de vida de los primeros cristianos. En él se inspira Agustín fundamentalmente para escribir su Regla. Llama la atención que el santo de Hipona no da muchas normas concretas porque busca lo esencial, lo interior antes que lo exterior.
La influencia de la Regla de san Agustín ha sido enorme en la historia de la vida consagrada. En su tiempo, en una sociedad caracterizada por el afán de poseer, el orgullo y el poder, es una llamada a la igualdad evangélica, una denuncia social y un intento de implantar una comunidad motivada por el amor y la amistad.
Actualmente más de 150 familias religiosas, masculinas y femeninas, siguen y viven el espíritu de la Regla de Agustín, que fue primero monje y después obispo. Creemos que el estilo de vida de san Agustín, también hoy, es una buena forma de vivir el evangelio de Jesús, de ser “sal y luz” en nuestro mundo, “levadura en la masa”, ofreciendo:
o Frente al individualismo, comunidad y vida de familia;
o Frente a la soledad, fraternidad y alegre convivencia;
o Frente a la división, comunión y unidad;
o Frente a la hostilidad, paz y unanimidad.
Este pequeño resumen que te ofrecemos a continuación te ayudará a hacerte una idea.
San Agustín, es bien claro en la Introducción: “Hermanos, amemos a Dios y amemos al prójimo”.
Capítulo 1ºLo primero es que habitéis unánimes en la casa y tengáis una sola alma y un solo corazón dirigidos hacia Dios.
Que nada sea propio, sino que todo sea común y a cada uno se le dé según su necesidad, como dicen los Hechos de los Apóstoles: “todo lo poseían en común y se distribuía a cada uno según su propia necesidad” (Hch 4, 32 y 35).
Cuando entréis en esta forma de vida, ricos y pobres, ponedlo todo a disposición de la comunidad.
Vivid en unanimidad y concordia, y honraos los unos a los otros porque sois templos de Dios.
Capítulo 2ºDedicaos a la oración y “vivid en el corazón lo que decís con la voz”.
Capítulo 3ºIntentad ser sencillos en todo: en el comer, en el vestir,… si lo permite la salud, dando un trato especial a los más débiles, “porque es mejor necesitar poco que tener mucho”.
Capítulo 4ºAgradad por la forma de vida, no por la apariencia.
Estad siempre juntos y comportaos como corresponde a la opción que habéis tomado de permanecer en castidad.
Y cuidaos unos de otros, custodiaos mutuamente, porque Dios “os protegerá por medio de vosotros mismos”. Si veis que alguno hace algo que no está bien, decídselo con cariño y varias veces, para que no “se pierdan vuestros hermanos”, igual que si tuviera una herida que hay que curar. Si no se corrige, decídselo al superior (que es como un padre). Y si sigue sin corregirse, habrá que expulsarlo para evitar que otros se pierdan con su mal ejemplo. Siempre, lo primero es “el amor a los hombres y odio a los vicios”.
Capítulo 5ºTodo lo que uséis sea común. Y todo lo que hagáis sea para el bien común. Podréis comprobar que habéis progresado cuando os preocupáis más de lo común que de lo propio. Cuidad también vuestra salud. Que uno se encargue de los enfermos. Que los encargados de la despensa, de la ropería y de la biblioteca sean amables en el servicio.
Capítulo 6ºNo tengáis peleas entre vosotros o cortadlas de inmediato, pues sois hermanos. Pedid perdón cuando ofendáis y perdonad cuando os ofendan. El que nunca pide perdón o no lo pide sinceramente está de más en la casa.
Capítulo 7ºObedeced al superior como a un padre. Que éste haga cumplir todo lo dicho. Y no se considere feliz por mandar, sino por servir. Sea ejemplo de buenas obras: “reprenda a los revoltosos, consuele a los pusilánimes, sostenga a los débiles, tenga paciencia con todos”. Prefiera ser amado a ser temido. Sed misericordiosos con él, pues tiene una gran responsabilidad: tendrá que dar razón de vosotros ante Dios.
Capítulo 8ºEl Señor os conceda cumplir todo esto por amor, no como esclavos de la ley, sino con la libertad de la gracia. Si lo cumplís, dad gracias al Señor; en caso contrario, orad pidiendo perdón y no caer en la tentación.
Los conceptos clave en la comunidad agustiniana son: unidad, sencillez, fraternidad, testimonio, comunión, servicio y reconciliación.

¿No te parece una buena forma de vida? ¡Es para jóvenes “en regla”!